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domingo, 8 de febrero de 2015

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Colonia de nidos de Garza real (Ardea cinerea)

Garza real (Ardea cinerea) Ave de gran tamaño y aspecto inconfundible, la garza real no es muy numerosa como nidificante en la Península Ibérica, aunque se encuentra en expansión. Es, en cambio, mucho más abundante durante la invernada y los pasos migratorios, cuando muchos ejemplares europeos recalan en nuestro territorio en su camino hacia el continente africano. Durante el invierno, resulta fácil observar a estas garzas, tanto en vuelo como posadas en las orillas de ríos y embalses aguardando el paso de alguna presa, que capturarán con la ayuda de su potente pico. Reproducción Durante la época de cría, la garza real muestra un carácter muy gregario y nidifica en colonias a las que se unen otras especies de garzas o, incluso, cigüeñas. Los emplazamientos más habituales para estas agrupaciones —en las que reina una total algarabía— son los pequeños sotos ribereños, así como los bosquetes próximos a algún humedal. A mediados de febrero, cuando ya lucen el plumaje nupcial, macho y hembra acuden a la colonia y comienzan la reconstrucción del nido que utilizaron en pasadas temporadas con el necesario aporte de palos y ramas. Tras un ritualizado cortejo —en el que dominan las contracciones del cuello y son frecuentes las vocalizaciones—, la pareja concluye la plataforma, que tapiza con hierbas y hojas; en ella deposita la hembra de tres a cinco huevos de color verde o azul pálido, que son incubados por ambos adultos durante 25-28 días, generalmente desde la puesta del primero. 4 Los pollos son capaces de desplazarse por las inmediaciones del nido a los pocos días de nacer, aunque seguirán dependiendo durante un tiempo del alimento que les aportan sus progenitores. Al cabo de 45-55 días, con el plumaje completamente desarrollado, las jóvenes garzas ya son capaces de volar.

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