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domingo, 27 de septiembre de 2015

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) 

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) Para el habitante de las tierras interiores de la Península, la visión de un grupo de medianas gaviotas que siguen la reja del arado o se posan en las orillas de los ríos urbanos ha dejado de ser una sorpresa. Se trata de gaviotas reidoras, uno de los láridos más abundantes y mejor repartidos en el Paleártico. El éxito de esta especie tiene mucho que ver con su capacidad para alimentarse de casi cualquier resto orgánico. Hace ya décadas, comenzó a colonizar la Península como reproductora, y como invernante es una especie en creciente aumento. Descripción y Clasificación Orden Charadriiformes; Familia Laridae Longitud 34-37 cm. Envergadura 100-110 cm. Identificación Se trata de una gaviota de tamaño más bien pequeño, con un característico capuchón de color marrón chocolate, presente únicamente en el plumaje de la época de reproducción (dibujo 1). Las hembras y los machos, en apariencia idénticos, manifiestan algunas pequeñas diferencias en cuanto a sus medidas corporales, ya que los machos poseen un mayor tamaño. El plumaje varía con la edad; así, los ejemplares adultos exhiben un diseño nupcial dominado por una tonalidad gris clara en sus partes dorsales (dibujo 2) y de un blanco puro en las ventrales, que se torna chocolate en la cabeza, donde resalta vivamente un anillo ocular incompleto de color blanco. Fuera de la época reproductora, los adultos pierden las plumas oscuras de la capucha, que quedan reducidas a una pequeña mancha en la zona auricular (dibujo 3). El pico es de un intenso rojo negruzco. Los ejemplares juveniles, por su parte, son mayoritariamente pardogrisáceos en el dorso y carecen del llamativo capuchón oscuro, si bien la cabeza no llega a ser completamente blanca, pues presenta una mancha auricular y el píleo manchado de marrón (dibujo 4); tras sucesivas mudas, alcanzan el plumaje definitivo en su segundo año de vida (dibujo 5). Canto Presenta un registro de voces muy variado, pues emite desde melodiosas llamadas, kraa, hasta estridentes gritos de alarma, kek. Los reclamos en invierno son más altos y claros, diferentes a los realizados durante la época de cría.

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